A la mayoría nos gusta ver películas y series y precisamente el cine triunfa porque nos permite revivir y experimentar emociones y sentimientos. ¿Tienes un compañero que sólo llora cuando ve películas? Pues ahí tenemos un ejemplo. ¿Quién no se ha puesto una comedia el día que se sentía triste para subirse el ánimo? E incluso, ¿recuerdas a Bridget Jones regocijándose en su tristeza y su malestar y cómo te ayudó a reírte de ti misma más de una vez?
Las imágenes influyen en nuestro estado de ánimo, mejorándolo o enfatizándolo en ocasiones, en cualquiera de los casos nos ayudan a gestionar y, muchas veces, a tomar consciencia de la importancia de lo que sentimos.
¿Qué te parece ponerte a mirar uno de tus sueños y descubrir que también te cuenta cosas de ti? Apuesto a que has soñado alguna vez que te perseguían en sueños. Este es uno de los sueños más recurrentes que podemos tener las personas, a veces somos conscientes de qué nos persigue, pero muchas otras veces no, simplemente huimos de algo.
Este tipo de sueños pueden relacionarse con algún tipo de ansiedad o malestar que nos acecha, así como otros sueños en los que caemos a un abismo, se nos caen los dientes, nos ahogamos o nos ahogan, atravesamos pasillos interminables llenos de puertas, también se relacionarían con lo mismo. Aunque todos ellos pueden estar apuntando hacia un lugar parecido, cada uno está aportando un matiz diferente a la situación que están representando.
Por ejemplo, caerse a un abismo podría asociarse a la sensación de inseguridad, de no tener donde aferrarse, cosa que puede generar bastante ansiedad si lo piensas, mientras que la caída de dientes podría hablarnos de una sensación de falta de poder personal, de problemas con la autoimagen o de falta de agresividad en la vida. Sentir que nos ahogamos en sueños seguramente está señalando una experiencia angustiosa en la vigilia (día), entretanto que un pasillo interminable lleno de puertas podría explicar la necesidad de salir de una situación presente, las ganas de encontrar algo distinto o la no aceptación de algo que se vive con la consecuente necedidad de atravesarlo.
De la misma forma que las películas resuenan en nosotros, representando escenas que vibran en lo familiar, un sueño representa metafóricamente algo que hemos vivido, estamos viviendo o que nos gustaría vivir. Asimismo, los sueños nos abren a otras realidades, expandiendo nuestra limitada forma de ver las cosas.
Volviendo a la ansiedad, entonces qué utilidad tiene un sueño que evidencia que mi sistema nervioso está “tocado” por algo que vivo y más aún, ¿por qué mi sueño me lo recuerda incluso de forma recurrente? ¿a caso a los sueños les gusta meter cizaña?
En realidad los sueños tienen mucho que ver con la memoria, tal y cómo ya hay muchos estudios que así lo confirman. Es bien sabido que leer los apuntes la noche antes del examen e irse a dormir, facilita el recuerdo, así mismo parece que los sueños tienen que ver con el proceso de almacenamiento de recuerdos que se da en una parte del cerebro que se llama hipocampo.
Entonces ¿qué quieren nuestros sueños cuando nos recuerdan lo angustiados que estamos por algo? pues justamente eso, que lo recordemos, que no lo pasemos por alto, que no guardemos esos sentimientos debajo de la alfombra o corramos un estúpido velo.
Los sueños revelan la realidad de nuestros sentimientos y las imágenes con las que nos la traducen son a menudo exageradas precisamente para llamar nuestra atención.
Los sueños, dado que forman parte de nosotros y la naturaleza siempre busca su propia supervivencia, sólo tratan de decirnos que esa relación en la que estamos es como una pasta blanca en la boca que no me permite comunicar con libertad, que me siento más insegura de lo que quiero aceptar (la caída en sueños) o que en lugar de correr tras las puertas de un eterno pasillo quizás es momento de parar a observar qué es lo que realmente deseo.
Dicen que la ansiedad es la mente yendo más rápido que la vida, en ese sentido, ¿quién no querría que le avisaran de que su ritmo de vida está por encima de lo que puede tolerar?
Por lo anterior es que siempre seré defensora de las pesadillas, grandes aliadas, vigilantes de las playas del inconsciente, chivatas con buena intención, esas amigas que se arriesgan a que no les hablen nunca más porque nos dicen a gritos una verdad incómoda.
En fin, espero haberte transmitido mínimamente que los sueños pueden ser el escenario para la toma de conciencia y la transformación, porque mientras no nos damos cuenta de algo que nos atañe, tanto en agradable como desagradable, nos estamos perdiendo una parte importante de nosotros mismos.