Podemos llamar sueño recurrente a todo sueño que se repite, a menudo durante una temporada, pero también puede aparecer en intervalos de tiempo variados e incluso durante años. 

Del mismo modo que las pesadillas aparecen para llamar nuestra atención sobre algo importante, los sueños recurrentes tienen una función muy parecida. La diferencia recae en que la pesadilla puede aparecer  y desaparecer puntualmente, mientras que para que un sueño sea recurrente tiene que repetirse a lo largo del tiempo, siendo una pesadilla que se repite en el tiempo una pesadilla recurrente.

Es habitual encontrarnos personas inquietadas por este tipo de sueños, pues nos parece extraño que un sueño venga a vernos varias veces. De hecho es muy interesante observar que la mayoría de personas reaccionan de forma parecida ante la experiencia de la recurrencia onírica, cosa que podría señalar un sistema de la madre naturaleza para despertar nuestro interés sobre el tema en cuetión, ya que la mayoría de soñadores quedan afectados o sorprendidos al percibir la repetición de un sueño.

Los sueños son el lenguaje que nuestro inconsciente utiliza para comunicarse con nosotros, así que un sueño recurrente sólo puede ser la insistencia del mismo en que veamos algo. Lo frustrante es que la mayoría de veces no comprendemos de qué va el mensaje y por eso necesitamos de herramientas para trabajarlos.

Una de las herramientas más efectivas para ponernos en contacto con los mensajes de los sueños recurrentes, y de los sueños en general, es el diario de sueños, pues gracias a él podemos incluso reconocer que un sueño aparentemente puntual es un sueño recurrente, que si no hubiéramos anotado, no habríamos descubierto. Más aún, anotando los sueños de forma regular en nuestro diario, podemos descubrir este y muchos otros tipos de sueños, premonitorios, arquetípicos, sanadores, espirituales, psicológicos, chamánicos, etc.

Otra cosa recomendable que ayuda a ir desvelando el sentido de un sueño es contárselo a alguien, pues cada vez que lo expresamos, por escrito, verbalmente, o de cualquier otra forma que podamos imaginar, empieza la magia.

A qué me refiero con eso de que “empieza la magia”, pues a eso que ocurre cuando al contarle el sueño a alguien, elegimos ciertas palabras que atrapan nuestra atención, lanzándonos cual teletransportador interestelar que conecta sistemas de recuerdos que estaban en otra dimensión.

Otras veces, la magia aparece cuando el que escucha el sueño nos responde algo que no esperamos y nos empuja a mirar la escena desde una nueva y refrescante perspectiva.

La magia es mágica y por eso aparece cuando menos la esperamos, habitualmente, cuando se trata de sueños, de la mano de su gran amiga la sincronía, término que usaba Jung para referirse a un instante especial en el que las cosas que estaban separadas, se encuentran (pero ahora no voy a detenerme en ampliar esto).

Pero volviendo al diario de sueños, tenerlos escritos permite otras cosas que van a sernos de gran utilidad. Por ejemplo, podemos señalar personajes o escenarios que se repiten y los detalles que pueden estar cambiando de un sueño a otro. Puede que descubramos que nuestro inconsciente está usando a ese buen amigo para hablarnos de un aspecto de nosotros mismos que no vemos, o que esa escena del pasado que vuelve una y otra vez está relacionada con una emoción que se quedó estancada por no haber podido resolverse en su momento.

Hace tiempo, una amiga me compartió un sueño recurrente de su infancia. En el sueño ella se paraba siempre delante del aparador de una tienda de vestidos de boda y se quedaba prendada del vestido que veía allí, pero nunca lo conseguía. Hablando sobre el sueño y sus emociones al despertar, se dio cuenta de que el sueño la ponía en contacto de un lado con una gran ilusión y del otro con una gran frustración o desazón. Yo le sugerí revisar sus recuerdos de infancia para averiguar qué situación podía estar afectando a sus ilusiones de niña y tras hacer un breve trabajo con el sueño, su cara se volvió a iluminar. Algo que me fascina del trabajo con sueños es que no importa si trabajas un sueño del pasado, el mensaje o significado que tiene para cada persona es siempre perfecto para el momento en que el sueño es expuesto. Bajo mi punto de vista, lo anterior es señal de que la madurez para abrazar el tema en cuestión por fin ha llegado.

En este sentido, es también muy interesante cómo personas que vienen al Círculo de Sueños (taller grupal regular) queriendo trabajar unos sueños concretos, recuerdan otros que habían olvidado pero que la conversación del presente está atrayendo, como si el sueño aprovechara un terreno fértil para emerger.

Muchas personas, como quizás le ocurría a Freud, temen que su inconsciente se exprese con libertad, pero para las personas que estamos habituadas a hablar de nuestros sueños, es todo lo contrario.

Nosotros los soñadores sabemos que no debemos temer lo que un sueño nos trae, a pesar de que nuestro ego los juzga de malos o buenos, nosotros debemos traspasar este primer impulso maniqueo y abrirnos al misterio y a la esperanza de lo nuevo. Y es justo ahí donde encontramos todos los motivos para observar nuestros sueños, porque son la mejor oportunidad para trascender el personaje (las creencias) que nos limita en nuestro día a día.

Pero volvamos un momento y ya para terminar a los sueños recurrentes. Los sueños que se repiten no quieren agobiarnos, sólo buscan que nos demos cuenta de que algo merece nuestra atención.

Si tenemos un Círculo de Sueños en la ciudad, aprovechémoslo, descubramos lo que encubrimos, pues en realidad el temor suele ser la resistencia al cambio que tanto deseamos.