Estos últimos meses ha habido un gran revuelo con el tema del aborto voluntario en España. Me consta que hay muchas dudas y sentimientos encontrados al respecto y hoy quería dedicarle un espacio a mi opinión y a mi experiencia entorno a ello.

El detonante de este artículo ha sido un mensaje de Facebook que alguien colgaba y que incluía las supuestas palabras de Teresa de Calcuta sobre la interrupción del embarazo voluntaria (me gusta más llamarlo así). Algo así como que el mundo estaría apañado si las madres mataran a sus hijos… Sacada de contexto y con la foto de un bebé de 12 semanas verdaderamente me ha impactado, sobretodo porque yo decidí interrumpir un embarazo hace aproximadamente 2 años y me he sentido terriblemente juzgada al verlo.

Más tarde he podido hablar con la persona que ha colgado el comentario y nos hemos entendido, al parecer también tiene otras amigas que han pasado por eso y su intención no era la de herir a nadie, sólo defender las vidas de esos niños. Durante la conversación le he explicado a esta mujer cómo me he sentido yo estos años y lo difícil que ha sido, y aún es a veces, apartar la culpa y el remordimiento de mi mente. También he vuelto a pensar, como hice en su día, la poca ayuda por parte de la sociedad, médicos, etc. que se proporciona en estos casos.

A veces, parece que la mujer que aborta es una fresca, no le importa nada, es egoísta, no tiene valor suficiente, es cobarde, débil… Incluso tú misma te dices todo eso alguna vez, y el esfuerzo por cambiar ese discurso es tremendamente grande, porque vuelve una y otra vez… y sólo te falta que también en Facebook y demás medios te lo restrieguen.

El esfuerzo por cambiar los pensamientos es tan grande como la soledad que se siente ante una decisión así, tanto antes de tomarla, como después. Porque aunque una tenga personas a su lado, las conversaciones con Dios las tiene a solas. Y si una tiene un mínimo de conciencia, con el único que puede hablar sinceramente de todo eso es con Él.

Unos días después de abortar, llamé a la madre de un amigo que había sido operada de cáncer y en esos momentos estaba en el Hospital ingresada. Después de hablar un poco me preguntó cómo estaba yo y le dije la verdad, que había abortado hacía poco y que no estaba siendo nada fácil. Su respuesta no se me borra todavía hoy de la mente: «eso es muy duro Carol, yo aborté hace 14 años y hoy me pregunto si esto que estoy pasando ahora es un castigo divino por lo que hice».

Tiempo después cayó un libro de Constelaciones en mis manos, Felicidad Dual. En él también aparece el caso de una mujer que aborta por contentar a su marido, al tiempo ella enferma de cáncer y le pide consejo al terapeuta constelador, éste le indica que debe abandonar a su marido, reconocer la culpa y el dolor y hacer algo bueno en honor a esa criatura, en aras de restaurar el equilibro en la situación. La mujer no tiene demasiado tiempo de realizar todo eso porque se la llevó el cáncer antes. La madre de mi amigo también murió.

No deseo alarmar a nadie, sino señalar que lo que se vive al detener un embarazo, no es nada fácil e incluso puede llegar a desencadenar una enfermedad, si no se acompaña debidamente a la mujer que sufre.

Personalmente tuve la suerte de contar con la ayuda del Dr. Pío Vucetich (psicólogo y especialista en medicina tradicional amazónica en Perú), que me pidió que reuniera a otras mujeres como yo para ayudarnos con una especial ceremonia para sanar el trauma del aborto. Conseguí reunir a 9 mujeres y nos encontramos en la naturaleza, juntas dimos un lugar a ese ser que no llegó y compartimos nuestra experiencia, pudiendo soltar al fin ese dolor.

Te invito a visitar mi proyecto superandounaborto.com