el-arte-de-la-felicidad-dalai-lamaEstaba saliendo de la biblioteca de mi barrio cuando un libro con la tapa fosforita llamó mi atención. Como una de mis manías favoritas es hacer caso a este tipo de “llamadas”, alargué mi mano hasta que me hice con él: El arte de la felicidad, un libro escrito por Howard C. Cutler entrevistando al Dalai Lama. Lo cierto es que siempre he huido del Dalai Lama, no me “lamaba”, pero desde hace poco tiempo me estoy interesando por cierta comunidad del Tibet y parece que, como siempre, cuando me intereso de verdad por algo el Universo lo (a)trae.

Abrí el libro al azar y sin grandes esperanzas, reminiscencias de mi miedo al Lama, y comprendí porqué me había «lamado» cuando encontré el capítulo sobre las relaciones basadas en el romanticismo, diana. Qué suerte la mía, ¡un célebre y célibe hombre hablando de las relaciones románticas!

Regularmente asisto a un círculo de sueños (grupo de personas que trabajamos juntas nuestros sueños) en el que, curiosamente durante este trimestre, este ha sido un tema recurrente que nos ha hecho trabajar y sigue haciéndolo a la mayoría: la búsqueda romántica de un compañero/a sin el que todo parece algo más gris. Así pues, lo que tenga que decir este sabio señor al respecto, hoy, me interesa.

Según el Dalai, este tipo de búsqueda romántica puede dañar seriamente el desarrollo espiritual, dado que normalmente se acompaña de una idealización del otro que es peligrosa, pues pone en contacto a la persona con la fantasía y, si no es consciente, con la falta de realidad. Él o ella ha de ser de determinada manera, comportarse o parecerse a eso que yo siento que puede completarme, llenarme, eso que yo necesito y que no tengo ni idea de cómo dármelo si no es a través del otro. Pero ¿qué ocurre entonces con la concepción que tengo de mi mismo? ¿será que me falta algo? ¿será que me siento vacío?

Esto último ni es agradable, ni es fácil de ver, sobre todo cuando uno lleva toda una vida llenando ese hueco en el pecho con personas, objetos y lo que se le ocurra, que, aunque verdaderamente no lo llenen, se siguen manteniendo por miedo a la terrible soledad.

Cuando buscamos un compañero/a desde el vacío interior, desde la sensación de falta, es muy probable que terminemos encontrando ese mismo sentimiento más adelante, incluso habiendo encontrando alguien o algo que temporalmente llene ese hueco. Así pues, ¿qué recomienda el Dalai Lama, un señor que dice nunca sentirse solo?

dalai lamaPara empezar el Dalai Lama explica que la búsqueda del amor romántico es una tendencia cultural que tiene sólo dos cientos años de historia y que, por lo tanto, no es lo natural, es algo que por costumbre, por cultura, hemos acogido y perpetuado (hasta que la cosa cambie o quiera cambiar). Me resulta asimismo muy interesante la parte en que, según algunos psicólogos, Cutler explica el impulso romántico como una tendencia física que proviene de la pérdida de la fusión que experimenta el niño en sus primeros años de vida, cuando no se siente aún separado ni del mundo, ni de su madre. De este modo, la búsqueda de un amor que llenara esa sensación de falta, de separación, tendría su referente en el recuerdo inconsciente de un momento de la vida en el que sí se sintió una tremenda unión.

En ese sentido, el Dalai Lama ve un error enfocar esa gran necesidad de retorno a la unidad en una única persona y de ahí que sugiera al lector abrirse a experimentar la intimidad con todo aquel con el que se cruce, compartiendo emociones (tristeza, alegría, miedo, preocupación) con los demás, incluso con un extraño, de manera que la definición de intimidad se expanda cada vez más en nuestra vida.

En el pasado, si me sentía decepcionado por la política del gobierno tibetano, o si estaba preocupado por otros problemas, incluso por la amenaza de una invasión china, me retiraba a mis habitaciones y compartía mis sentimientos con la persona que barría el suelo.

Conectarnos con los demás, esa es la receta del Dalai Lama ante la obsesión romántica y la sensación de soledad en general, quizás lo que necesitamos es lo que señala al final del capítulo Cutler, un nuevo modelo de relaciones que incluya tantas formas de relación como sea posible, donde los seres humanos sintamos la voluntad de abrirnos a todos nuestros semejantes, familia, amigos y extraños, creando así vínculos genuinos y profundos basados en nuestra común humanidad.

Dándole vueltas a todo esto encontré a estos dos chicos mejicanos con una propuesta artística muy interesante, se buscan sofás para salvar la condición humana.